Todos los modelos económicos tradicionales, están construidos pensando que el individuo es racional, pero las fallas al predecir con éstos modelos ha llevado a un área de estudio nueva, en la que se consideran individuos cuyas decisiones son irracionales. El campo de esta área es verdaderamente fértil. El Nóbel de este año(2002) lo confirma.
La ciencia económica estudia el comportamiento de los gentes económicos y a pesar de que durante el siglo pasado, los avances en modelos matemáticos y estadísticos permitieron comprender con la formalidad de la ingeniería y las ciencias exactas las principales relaciones de la economía (como la formación de los precios, los flujos del comercio, los impactos de la política económica, etc..) tales asuntos son básicamente producto de decisiones de personas: compradores, vendedores, empleados y patrones, inversionistas y amas de casa, banqueros y agricultores.
El presumir que todos ellos, independientemente de su nivel social, educativo, económico, o su etapa en la vida, se comportarán de la misma manera al encarar la incertidumbre es, claramente, una simplificación arbitraria de la realidad, pero, muy probablemente, en el nacimiento de todos aquellos modelos, esta simplificación era indispensable.
Hoy, al voltear atrás y analizar las crisis de energéticos en los 70´s, las crisis de deuda de los 80’s, los descalabros en la bolsa, la burbuja de Internet, los efectos dominó en los distintos países emergentes en los 90´s, la caída de Rusia, Asia, Argentina y los distintos escándalos corporativos, nos obliga a pensar que el ser humano tiende a tomar decisiones incorrectas, especialmente cuando se le enfrenta con un ambiente de alta volatilidad.
Era sólo justo que los investigadores en el campo de la economía y las finanzas ampliaran el espectro de personalidades que protagonizan los modelos matemáticos para incluir hombres emotivos, con temor y sentimiento de culpa, con arranques de arrogancia y de avaricia, egoísmo e impaciencia.
Al tan sugestivo campo se le ha llamado behavioral economics y sus paladines son Amos Tversky (Stanford), Daniel Kahneman (Princeton, Premio Nóbel 2002), Shiller (Yale), Statman (Santa Clara) y Thaler (Chicago).
¿Es esta la muerte del Homo Economicus, el poblador frío, calculador, libre de emociones, que busca maximizar utilidad individual y corporativa en cada decisión tomada? La teoría económica neoclásica ha sido siempre sobria en esto, no dando lugar a nada que, con carácter cognitivo o social, pudiera envolver de realismo al autómata descrito arriba. Pero la evidencia es apabullante en su contra, o bien, puesto de otra manera, la evidencia que soporta a los modelos tradicionales en tiempos de incertidumbre es muy pobre.
El fundamento económico del comportamiento humano es notablemente simplista y esto es patente en tres de sus supuestos básicos:
1.- El hombre es ilimitadamente racional.
2.- Totalmente egoísta
3.- Tiene voluntad ilimitada, es decir, capaz de llevar a cabo todo lo que se propone.
Las consecuencias de éstos supuestos para las finanzas, obligan a considerar inversionistas y administradores con cinco características igualmente ficticias:
1.- Ellos tienen información completa.
2.- Toman sus decisiones como si hubieran deliberado analíticamente.
3.- Cada individuo se comporta como el individuo promedio o representativo.
4.- al llegar información nueva, actualiza sus creencias y actúa en concordancia a ellas.
5.- Sus creencias son consistentes, esto es, no sólo cada individuo es respetuoso de sus decisiones pasadas, sino que en conjunto, todos obtienen sus creencias en cuanto a lo económico, de la misma fuente.
Ahora bien, aunque el párrafo anterior y en general la nota pareciera echar por tierra las nociones antes descritas, debe sin embargo mencionarse que, en toda justicia, las ideas de los pensadores clásicos como Smith, Arrow, Marshall, Savage, Sargent y otros a quienes se deben estas teorías, permitieron construir modelos que, en los grandes ciclos de las naciones, funcionan con sorprendente precisión; es no obstante, la explicación de las crisis, lo que dista de ser cercano a la realidad observada y de ahí tal vez también, la inquietud de los pensadores mencionados anteriormente, comenzando en los 70´s, por caracterizar algunos de los aberrantes (o bien, reales) comportamientos de los agentes y tomadores de decisiones.
Las implicaciones de los hallazgos en este campo de estudio son multiformes. Por un lado, la regulación irá evolucionando, -en base a la evidencia de la psicología económica- para proteger a los inversionistas y a las instituciones en tiempos de incertidumbre; los modelos utilizados por los analistas irán incorporando las nociones del comportamiento humano, mejorando así su predicción; los inversionistas irán modificando su entendimiento de los procesos financieros en la medida que reciben una educación económica que contemple los aspectos suaves en los precios, el valor y las expectativas.
Los hacedores de política serán capaces de influir en las variables macroeconómicas de una forma más dirigida y predecible. Por último, pudiera ser que el hombre llegue a entender mejor sus adentros y que esto lleve a que la volatilidad sea controlada en las (probablemente inevitables) crisis, ya sea porque los agentes en general actuaron con mayor mesura o por que los reguladores implementaron mecanismos de control efectivos.